El encuentro con la verdad.
Mireia era una joven de 21 años, hace poco se había ido a vivir sola, porque la universidad más cercana quedaba demasiado lejos de su antiguo hogar como para viajar todos los días. Sin embargo, ella disfrutaba un poco se este asunto de ser todavía más independiente. Además, no estaba tan sola porque en el mismo edificio, unos pisos más abajo vivía una vieja amiga; pero se sentía triste y afligida porque su padre había desaparecido meses atrás. Él un día fue a trabajar, y jamás volvió.
Faltaban dos semanas para que las vacaciones de verano terminaran y las clases comenzaran y Mire -como le gustaba que la llamaran- se había estado preparando durante semanas. Ese mismo jueves, ella fue a una pequeña librería cercana a comprar un libro que no había podido conseguir, pero al llegar ahí encontraría más que un simple libro...
Apenas había llegado, las cosas ya estaban un poco extrañas, la luz estaba baja, había apenas un par de personas. Era de alguna manera tenebroso, sobre todo por la viejita que atendía el lugar. Cuando al fin encontró el libro que buscaba y fue a la caja a pagar, la señora mayor la miró detenidamente y le dijo:
-¿Te conozco de algún lado?
A lo que Mire contestó:
-No que yo sepa.
La viejita hizo un gesto como de acierto y dijo:
-Ya sé. Vos sos la hija de Pedro...el que “desapareció”.
-Sí, sí. ¿Sabe algo de él?
-Me temo que sí.
Mireia puso cara de preocupación inmediatamente.
La viejita siguió:
-Lamento ser yo la que te lo diga, pero él falleció.
Lágrimas empezaban a caer de los ojos de la joven.
Pero la anciana continuó:
-Aunque tal vez no me creas, tu padre me contactó después de muerto, para que te encontrara, pero al parecer tú me encontraste primero, él quería que te dijera que quiere que tú vengues su muerte, pero para eso necesitas saber quién mató a tu padre...
-Y vos me vas a decir quién fue ¿no?
-Yo no poseo esa información, la única manera de que sepas quién lo asesino... es preguntándole a tu padre.
-Pero ¿cómo? Si está muerto -al decir esto más lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.
-Él no puede irse de donde está, pero tú sí puedes ir ahí. En eso si te ayudaré, vuelve mañana a las 11:00 am y tendré todo listo.
-De acuerdo, dijo Mire un poco dudosa.
Esa noche Mireia pensó mucho, en si debía confiar o no en la anciana, y si fuera verdad, cómo sería el encuentro con su padre.
Como no podía dormir, llamó a su amiga que vivía en el edificio y pasaron la noche juntas. Mire le contó sobre la librería. Y su amiga le dijo que por lo menos debía intentar, total no perdía nada. Mire le hizo caso, y al otro día estaba a las 11:00 am en la puerta del local. Cuando entró vio a la viejita detrás del mostrador, la saludó, y ella le dijo que pasara a la habitación contigua. Allí había una pequeña cocina, un par de vasos, platos y cubiertos, y sobre la mesa había una botella con un líquido oscuro. La viejita le sirvió un poco a la joven en un vaso y le dijo que lo bebiera sin preguntar nada. Ella le hizo caso, y a los pocos segundos se desmayó.
Al despertar, se vio acostada en un suelo seco y rojizo, y cuando miró a su alrededor vio un mundo de oscuridad y vacío. De pronto escuchó una voz gritando su nombre, se dio vuelta y vio a su padre, corrió para abrazarlo al igual que él a ella pero cuando iban a entrar en contacto, el “cuerpo” –que en realidad era solo una imagen un poco borrosa- se desvaneció. Los dos se sorprendieron, pero se dieron cuenta de lo que pasaba. Antes de que Mire tomara el líquido, la anciana le había dicho que tenía poco tiempo así que apenas encontrara a su padre, que fuera al grano y le preguntara quién lo había asesinado. Así fue, cuando Mire se acordo de esto le dijo a su padre:
-Padre, lamento que no tengamos mucho tiempo pero necesito saber quién te asesinó.
-Yo te digo, pero no quiero que hagas ninguna denuncia ni acusación porque esta gente es peligrosa, sólo quiero que lo sepas para que vos y tu mamá no sigan sufriendo por no saber que me pasó.
-Bueno...
-Semanas antes del día en el que desaparecí, un domingo, había ido a una plaza para descansar un rato. Allí, mientras estaba sentado en un banco, apareció un gatito, y me maulló. Y cuando extendí mi mano para acariciarlo me mordió. Apenas me rasguñó pero cuando me paré para volver a casa, aparecieron tres tipos que me agarraron y me quisieron robar. Pero me resistí y los golpeé y luego salí corriendo.
-¿Y qué tiene que ver esto con tu muerte?
-A eso voy. Durante unas semanas, me parece que me siguieron porque los veía constantemente, aunque siempre desde lejos y de a uno. Y ese día, en el que “desaparecí” según vos y tu mamá creían, estaba yendo a trabajar pero cuando me bajé del colectivo aparecieron los tres, y me volvieron a agarrar- como era temprano no había casi nadie, entonces nadie me ayudaba- aunque traté de zafarme, esta vez no pude porque me habían atado las manos. Bueno, me llevaron a un callejón y... te imaginarás qué sigue.
-Sí... entiendo(en ese momento Mireia no pudo aguantar las lágrimas y por un segundo, le pareció sentir los brazos de su papá alrededor de su espalda y hombros).
En eso ella empezó a sentir que todo se desvanecía, entonces supo que estaba volviendo, intentó de alguna manera de tomar a su padre para llevarlo con ella pero como era de esperarse no le fue posible. Lo último que recuerda de ese mundo es a su padre diciéndole adios con su mano izquierda, y una pequeña lágrima cayendo de su ojo derecho.
Lo primero que vio después del vacío del desvanecimiento de ese mundo fue el cuartito de atrás y la botellita con ahora la mitad del líquido oscuro que ella había tomado. Se levantó y fue para el lado de la recepción y no había nadie ya en ese local. Ya era de día, la puerta estaba abierta y entonces ella salió y volvió caminando hasta su casa, apenas llegó llamó a su mamá y le contó todo. Obviamente ella no le creyó al principio, pero al otro día la llamó a Mire y le dijo que su padre se le había presentado en un sueño y que lo único que le dijo fue: “Creele”.
Unos días después la mamá llamó de vuelta a la hija para decirle que había hecho la denuncia a la policía, y en ese momento Mireia recordó que el padre le había dicho que no hiciera ningún tipo de denuncia porque esa gente era peligrosa. Pero ya era tarde. La joven temía por su vida y por la de su madre, a la cual no le había dicho nada del mensaje de su padre sobre la denuncia, para no asustarla. Pero afortunadamente, cuando Mireia fue a visitar a su mamá, ella le contó que habían capturado a los tres delincuentes. De todas maneras, ellas siempre temían que algún día esos delincuentes escaparan o salieran directamente luego de cumplir su condena...
6 comentarios:
Que cuento lindo. =]
me gusto mucho
lo escribiste vos?
:) MMMMUUUY BUENO!
esta re bueno!!!
eso no lo escribiste vos no?' o si?
bsoo
LO ESCRIBI ELLA MICA Y NIKI. esta buennoooo....bno mucho no lo entendi =p pero no importa
me gusto mucho pero no le encuentro nada que ver con la odisea ... el final medio flojito
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